por Frente Popular para la Liberación de Palestina
El nuevo plan de "paz" lanzado por Obama y Netanyahu, con la participación del presidente de Egipto Hosni Mubarak, el rey Abdalá de Jordania y Mahmud Abbas, sin la presencia de Hamás, es una nueva provocación contra el pueblo palestino y un nuevo intento de debilitar, dividir y desarmar a las organizaciones palestinas antiimperialistas, así como reforzar a Mahmud Abbas como presidente de Fatah, ya bastante debilitado tras ser derrotado por Hamás en las elecciones palestinas de 2006 y desprestigiado por su constante debilidad ante los planes estadounidense-israelíes.
El imperialismo estadounidense-israelí no cesa en su empeño de liquidar la resistencia palestina, mostrado con el bloqueo a Gaza y su brutal bombardeo en 2009, dando un ejemplo nada sorprendente de lo que significa democracia para los dos principales estados terroristas de nuestro tiempo: aceptar sólo los resultados si son de su interés y declarar terroristas a quienes ganan democráticamente si no claudican a sus exigencias.
Pero este nuevo intento puede no ser una simple repetición de los anteriores, sino enmarcado en el complejo contexto de Oriente Medio, puede significar un cambio en la política del imperialismo en la región, que nunca permitirá que surja una potencia regional que pueda contrarrestar el poder de Israel.
En éste sentido, EE. UU. mantiene una fuerte presión contra Irán para evitar su desarrollo industrial y militar, pero limitada, sin llegar a la acción armada ante la necesidad del imperialismo de seguir contando con el apoyo iraní en el sostén del gobierno títere de al-Maliki en Bagdad. Pero ésta situación está cambiando perceptiblemente, con los éxitos de las tropas de ocupación en la estabilidad del gobierno de Bagdad, de manera que EE. UU. puede ir retirando parte de sus destacamentos en Iraq y, en la medida en que éstos éxitos relativos se afiancen, irá necesitando menos el apoyo persa y abriendo el camino a una futura intervención armada.
En la actualidad estaríamos ante los pasos previos de preparación de esa intervención, que consistiría en facilitar a los países árabes más reaccionarios su apoyo a esa acción armada contra Irán. Y nada mejor en ese sentido que presentar a Obama ante los pueblos árabes como el presidente que puede conseguir la creación de un estado palestino. Para ello, el guión estaría ya trazado: con la colaboración de Mahmud Abbas, y a cambio de pírricas y testimoniales concesiones, crear formalmente tal estado, sometido en todo a Israel. Semejante acuerdo permitiría a EE. UU. formar una nueva coalición, similar a la que formó para atacar Iraq, con el resto de países árabes, esta vez contra Irán.
Las monarquías reaccionarias árabes, así como el colaboracionista Egipto, temen la reacción contraria de su pueblo ante una nueva y activa colaboración con EE. UU.-Israel, por eso necesitan presentar a sus pueblos a Obama como amigo del pueblo árabe y palestino. Este nuevo plan de paz es la escusa perfecta para ello.
Pero el imperialismo tiene que vencer la resistencia palestina y la de todas las fuerzas populares antiimperialistas de la región, especialmente tiene que consolidar sus frágiles éxitos en Iraq.
El gobierno de Ahmadineyad está en el punto de mira de EE. UU.-Israel, pero es precisamente la estrechez de miras de ese gobierno la que, con su traidora colaboración con EE. UU. en Iraq, está acortando los plazos de tiempo en que se producirá un ataque preventivo contra las instalaciones estratégicas persas.
Es posible que los estrategas yanquis y de Tel Aviv tengan ya establecido el guión, pero aún les quedan muchos aspectos que clarificar. Los jefes de los ejércitos yanquis explotan todas las contradicciones de sus enemigos antes de lanzarse contra ellos y, a su vez, procuran obtener el máximo de apoyos para sus criminales acciones. También tratarán de presentar tropas de la ONU para facilitar el desarme de las milicias palestinas en Gaza.
Son conscientes de que su mejor aliado es la secular división del mundo árabe que, liderado por una mayoría de gobiernos corruptos que sólo intentan perpetuarse en el poder, son incapaces de formar una coalición para defender sus intereses.
Los imperialistas ya están poniendo su maquinaria desinformativa al servicio de sus intervenciones y tratan de presentar a las fuerzas populares como enemigas de la paz, cuando él único y verdadero camino hacia la paz es el de cesar en la ocupación de las tierras palestinas y el Jerusalén ocupado en 1967, liberar los miles de presos y permitir el regreso de los que abandonaron su tierra.
El pueblo árabe tiene que estar alerta para afrontar una nueva maniobra de la coalición EE. UU.-Israel y saber que el más acertado camino para conjurar sus presentes y futuras amenazas es el de avanzar en la formación y ampliación de un frente popular antiimperialista en toda la región, en el que las fuerzas comunistas irán avanzando progresivamente.
LA FUGA DE LA HISTORIA de Doménico Losurdo
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