Por: Carlos A. Lozano Guillén
En mayo de 2010 se cumplen 35 años del vil asesinato del extraordinario poeta y revolucionario salvadoreño, Roque Dalton. Como la gran mayoría de los intelectuales de izquierda de su país, se vinculó a la lucha armada en los años 70 del siglo pasado, con mayor razón cuando el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) aglutinó a todas las organizaciones populares, incluyendo al Partido Comunista Salvadoreño. Fue una real esperanza de emancipación del pequeño país centroamericano, conocido como “el Pulgarcito de América”.
Sin embargo, a Dalton no lo asesinaron los militares salvadoreños o la CIA, como era lo característico en la guerra sucia, inspirada en la doctrina de seguridad nacional yanqui. Al gran poeta centroamericano lo asesinaron sus compañeros, una facción provocadora y descompuesta que hizo parte del FMLN. “Lo particularmente doloroso en el caso de Dalton es que fue asesinado por sus propios compañeros de lucha en El Salvador”, dice Hermann Belinghausen en La Jornada de México.
La decisión de asesinar a Roque Dalton la tomó, en 1975, la Comisión Militar del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), encabezada por Joaquín Villalobos. Durante 30 días Roque Dalton permaneció en poder de este grupo y fue sometido a humillaciones, vejaciones y absurdos interrogatorios. El 10 de mayo fue asesinado mientras dormía. Los asesinos ni siquiera se atrevieron a matarlo de frente, porque la dignidad y entereza revolucionaria del poeta los acobardó.
Los cargos fueron absurdos. Lo acusaban de ser agente de la CIA y hasta de obedecer a la orientación de la revolución cubana, pero en realidad, la contradicción fundamental entre Roque Dalton y el grupo de Villalobos fue la radical oposición de aquél a las acciones aventureras y aisladas de las masas. Para Dalton, la lucha armada tenía sentido y posibilidad de triunfo si estaba estrechamente ligada a la lucha popular y a la movilización social. Aunque entendió a cabalidad la necesidad de la lucha armada en El Salvador, jamás aceptó el “vanguardismo armado”.
Lo contradictorio de este episodio es que Joaquín Villalobos terminó como uno de los comandantes del FMLN. Después del proceso de paz en El Salvador, Villalobos quedó por fuera de los nuevos desafíos y tareas de la izquierda y se puso al servicio de la derecha latinoamericana y de los Estados Unidos. Hasta razón tendría el comandante Fidel Castro, quien al conocer de su responsabilidad en el asesinato de Roque Dalton lo acusó de ser agente de la CIA. Villalobos ha estado en Colombia, convocado por Uribe Vélez, pontificando sobre la inutilidad de la lucha revolucionaria y la bondad de la “seguridad democrática”. Pero no pasa de ser el vulgar asesino del poeta, mientras que de éste queda su legado histórico y su llamado a los revolucionarios para actuar con “audacia, audacia y más audacia”.
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