por Luis Orlando Serrano
Dentro del debate electoral del 20 de junio, cada uno de los candidatos presidenciales en segunda vuelta, ha presentado su propuesta: un “gobierno de unidad nacional” y una “alianza ciudadana”, sin que hayan descrito con exactitud en qué consiste cada una de ellas.
Lo que si está claro es que los dos candidatos se han comprometido a cuidar los huevitos del gobierno de Uribe, lo que podría interpretarse como dar continuidad a las nefastas políticas del actual gobierno.
Pero ese tema de los huevitos mas bien parece una alegoría para que cuiden las espaldas y defiendan la impunidad de Uribe y sus secuaces frente a los procesos judiciales que se adelantan por la responsabilidad ante todos los atropellos cometidos y que conforman un voluminoso prontuario: los abusos de poder, la persecución, amenazas y guerra política desde el DAS, las ejecuciones de jóvenes para presentarlos como bajas a la guerrilla, los escándalos de corrupción -Agro Ingreso Seguro, el carrusel de las notarías, la yidis política – la vinculación con el poder mafioso denominada parapolítica, procesos frente a los cuales Uribe está respondiendo con vociferante altanería para pedir que sus partícipes sean exonerados, como si un presidente tuviera la competencia para opinar e intervenir sobre esas investigaciones, condenar o exonerar funcionarios, o pasarse por alto las instancias judiciales, las cortes y los tribunales.
Con la abierta participación indebida en el debate electoral y con la puesta de toda la maquinaria, los programas y recursos públicos al servicio de la candidatura Santos, el presidente también pretende ganar un escudo de indulgencias para eludir al menos la justicia nacional porque de la internacional le queda un poco más difícil evadirse.
Al fin y al cabo en muchas de sus tropelías Uribe ha tenido como socio al mismo candidato Santos. Y a Mockus lo llevan de gancho ciego.
Gobierno de unidad nacional
Lo que Santos ha dado en llamar “gobierno de unidad nacional” a primera vista parece y así lo es, una coalición burocrática del más preclaro corte clientelista para seguir esquilmando el presupuesto y los recursos públicos repartiéndolos entre su adherentes. Pero su pretensión va más allá: al conformar un “gobierno de unidad nacional” compromete con gabelas y prebendas a los partidos e individuos que le adhieran, para que en unos meses rechacen como una supuesta ofensa a la patria y a la “unidad nacional”, los procesos y requerimientos judiciales que provengan de la legislación y del derecho internacional, así como las acciones que se ven venir de países vecinos por los antecedentes del candidato Santos.
Por eso el candidato de la U no menciona para nada la integración y la unidad latinoamericana o el impulso a la Comunidad Andina de Naciones.
La alianza ciudadana
En cuanto a la “alianza ciudadana” que plantean los verdes, interpelando directamente a los ciudadanos y prescindiendo de su afiliación partidista, estimulando el transfuguismo, con esa tal alianza ciudadana pretenden escamotear el legítimo derecho de los ciudadanos a organizarse en partidos y desde estos expresarse, aliarse o hacer acuerdos con otras fuerzas políticas.
Todo un atropello a la legalidad pues los partidos políticos están regidos por la legislación electoral y han sido creados para dar vía organizada a las propuestas y a la voluntad de los ciudadanos. Si Mockus y la dirigencia verde desprecian los acuerdos, las alianzas y a los otros partidos, ¿por qué habrán de respetar las instancias organizativas internas en su propio partido? La imposición de decisiones individuales dentro de los partidos o el imperio de una pequeña comisión de notables sin consultas democráticas a sus afiliados, son la esencia de los regímenes dictatoriales y autárquicos, de muy sospechosa semejanza al estado de opinión, que puede reeditarse por esta vía.
Ante este panorama para las fuerzas democráticas del país, resulta acertada la decisión tomada por el Polo, en cuanto a apartarse del apoyo a una u otra candidatura. Lo cual no conduce únicamente a la abstención puesto que también hay otras formas aceptadas de participación democrática ciudadana, como lo son el voto en blanco o el voto anulado.
El esfuerzo hecho por el partido de la izquierda democrática colombiana presentando un enunciado programático de cinco puntos para propiciar un camino de entendimiento político, fue malinterpretado y saboteado por algunos integrantes de la agrupación verde.
Con esto lo que pretenden es ganar unas elecciones restando en vez de sumar. No la tiene muy a su favor la candidatura verde.
Los errores no forzados de los verdes
Más allá de las retractaciones permanentes, los desvaríos, sus frases de retórica recreacionista, su mística ficticia, han pesado también las inconsistencias del candidato verde y su desconocimiento palmario en temas sensibles del manejo del Estado, su carencia de idoneidad para dirigir el país, demostrada en la precaria formulación de políticas públicas y la falta de una plataforma programática seria.
Estas carencias las pretenden subsanar con frases publicitarias que son muy eficaces como ideas fuerza ( “Recursos públicos, recursos sagrados”, ”No todo vale”, ”la vida es sagrada”, “tú también ayudaste”, “a mí no me pagaron, yo vine porque quise” ) pero que no vienen acompañadas de lineamientos concretos y herramientas para hacerlos políticas de Estado y de Gobierno.
Es muy probable que a Mockus se le queden enmochilados los nombramientos de ministros que se apresuró a hacer en un triste episodio con tintes de politiquero, puesto que no había definido previamente unos lineamientos políticos y programáticos ante las inaplazables prioridades de la población colombiana. Antes del nombramiento de ministros, Colombia necesita programas de gobierno para superar el desempleo, la inequidad y la injusticia social, recuperar el estado tomado por las mafias, restaurar los derechos y las tierras ante el despojo a millones de víctimas y desplazados.
Estas debilidades sumadas a la poderosa maquinaria del gobierno uribista, su clientelismo, su corrupción y sus malas artes electorales, anuncian una debacle electoral y la imposición de la derecha uribista. Los verdes no deben buscar el ahogado río abajo, lo deben buscar en sus propios errores no forzados y sus falencias, que son de su exclusiva responsabilidad.
De haberse dado ese acuerdo programático con apoyo electoral que estaba planteando el Polo, sin contraprestación burocrática ni participación en el gobierno, le habrían atribuido el pésimo desempeño electoral que se ve venir de los verdes, al hecho de haber salido en la foto y en la tarima con el Polo.
Una tarea democrática por la equidad social
Un catálogo de tareas y compromisos le queda a las fuerzas democráticas sociales y ciudadanas lideradas por el Polo. Un gran convocatoria nacional organizada, democrática y pacifica para que se pronuncie mediante iniciativas ciudadanas, dándole un valor y un contenido político a las formas alternativas de participación electoral, el voto en blanco, el voto nulo o la abstención activa. Con jornadas pedagógicas, ideas creadoras y eventos participativos de donde salgan propuestas y agendas ciudadanas de construcción colectiva.
El 20 de junio podemos expresar de manera abierta y contundente que ninguna de las candidaturas interpreta ni representa nuestra aspiración de lograr un país con equidad social, y sin mafias ni crímenes de lesa humanidad.
El reto es convertir el 20 de junio en una jornada por la equidad social, la democracia y el estado social de derecho.