lunes, 19 de octubre de 2009
Costa-Gavras presenta un cuento sobre el viaje de un sin papeles hasta el Edén
GARA
El director franco-griego Konstantinos Costa-Gavras presentó ayer en la Mostra de Valencia-Cinema del Mediterrani su último trabajo, un cuento sobre el viaje de un inmigrante sin papeles. Bajo el título de «Edén al oeste», el realizador, quien en cada título que dirige hace patente su compromiso político, habla de la sociedad actual a través de Elías (Ricardo Scamarcio), un inmigrante que viaja desde el mar Egeo hasta la ciudad de París, con escala en el infierno y en el paraíso.
La película, que compite en la sección oficial del la Mostra, «es una tentativa de hablar de los problemas de los inmigrantes, pero sin poner por delante sólo el drama», explicó Gavras, quien indicó que, en los filmes actuales que tratan el tema de la inmigración, «da la impresión de que sólo aportan drama a la sociedad».
El viaje de Elías está plagado de aventuras, tanto dramáticas como cómicas, que le llevan desde un complejo de vacaciones de lujo, donde tendrá un escarceo con una turista alemana, hasta una fábrica donde él y otros sin papeles trabajan a destajo con unas condiciones y un sueldo mínimo.
Los inmigrantes «no aportan drama, pero viven un drama», ha asegurado el cineasta, y uno de sus dramas es «que no tienen la posibilidad de contarse», como es el caso de Elías, un personaje que apenas habla a lo largo del film.
Como Elías, el director viajó desde el este, en este caso Grecia, a París en busca de mejor fortuna, aunque en el caso del cineasta fue «más fácil, porque era legal», de manera que la película «no es autobiográfica, pero sí es muy personal».
El director, nacido en Grecia en 1933 pero nacionalizado francés en 1956, realizó su primer largometraje hace más de 45 años y ha rodado más de 20 películas.
Autor de títulos como el ya clásico «Z» (1969) -en el que se reconstruye el asesinato organizado por la Policía de un líder izquierdista griego-, «Desaparecido» (1982) o «La caja de música» (1989), en su opinión el cine «es la memoria histórica del mundo» y, a este respecto, señaló en Valencia que en sus cuatro décadas de carrera «el mundo ha cambiado profundamente», se ha pasado «de dictaduras duras a dictaduras blandas o democráticas, pero es mejor así».