viernes, 25 de septiembre de 2009

District 9, de Neill Blomkamp





“Veamos lo que ocurre en Independence Day y en La tormenta perfecta. En la primera, frente a la amenaza de unos extraterrestres que quieren dominar el mundo, norteamericanos, árabes y judíos se unen en una tarea común. Por su parte, la película que protagoniza George Clooney tiene como base la solidaridad entre los integrantes de un grupo de trabajadores manuales, al estilo antiguo, en un pequeño barco pesquero, para hacer frente a una tormenta en alta mar. En ambos casos el mensaje es triste: hoy en día hay que imaginar una catástrofe para que la solidaridad sea posible entre los seres humanos. Recuerdo también una película en la que casi todos mueren en California, pero quedan algunos sobrevivientes para los que la situación se torna paradisíaca: circulan por las calles sin sufrir embotellamientos de tránsito, pueden tomar libremente la mercadería que quieren en cualquier negocio. ¡El film pareciera decir que se necesita una catástrofe para que haya comunismo! Más allá de la ironía, en ambos casos el cine nos dice que se gana una utopía por medio de la catástrofe."

Entrevista a Slavoj Žižek, por Verónica Chiaravalli, La Nación, domingo 2 de mayo de 2004.
Extraído de Slavoj Žižek en español

Hay dos escenas similares en Independence Day y Armagedon en las que el presidente de los Estados Unidos dirige una alocución a todo el planeta. La catástrofe aúna, según Žižek es precisa “para que la solidaridad sea posible entre los seres humanos”. Subliminalmente Hollywood (o quien sea) intenta convencernos del liderazgo político mundial de EEUU y establecerlo como el único país capaz de coordinar una intervención planetaria.

De alguna manera el cine refleja nuestra sociedad. O aquellos miedos que intentan inculcar a nuestra sociedad. El maniqueísmo es uno de esos valores que extrañamente parece estar continuamente presente en nuestra cultura (en aquella que intentan inculcarnos, al menos). En la lucha entre el Bien y el Mal (no es extraño que quien realiza la película esté del lado del Bien) se nos muestra al héroe que tenazmente y exponiendo su vida hasta límites insospechados logra vencer a un Mal omnipotente.

El Mal era el comunismo (ese que ahora se reclama a través de la catástrofe) en los años 50, es el terrorismo (que nos quieren vender privado de ideología como en The dark knight)… el Mal es rojo y negro, es anarquía y destrucción sin sentido… chorradas.

El Mal somos nosotros.

Lo que ocurre es que no todo el mundo parece plegarse a esa tendencia de dividir entre Nosotros y Ellos (nosotros y los otros) y opinan que el Mal no debe buscarse lejos, sino que está entre nosotros. Nombres como Tyrrell Corp, Cyberdyne Systems, Omni Consumer Products (OCP), Rekall, Weyland-Yutani Corp., The Dharma Initiative, Multi-National United (MNU), son reconocidos como símbolos de una maldad que sobrepasa a toda ideología más allá de la del beneficio y la ambición.

Las Empresas han sustituido a las Doctrinas como elementos perturbadores, como el enemigo en la sombra, el Poder tras el Poder, el verdadero Poder, el verdadero Mal.

Tal vez porque nos hemos dado cuenta de que el Mal no es una banalidad y que siempre triunfa.

District 9 trata sobre una empresa, MNU, empeñada en descubrir como manejar armamento extraterrestre, sobre lo que ocurre cuando el Otro, la amenaza, es un patético reflejo de nuestras debilidades e indefensiones, sobre el racismo y la exclusión y sobre como cambian las cosas según a que lado de la alambrada te encuentres.

Es una película social.

Pero es, básicamente, un entretenimiento.

Serie B, dicen por ahí.

Pero los mejores argumentos por los que destacar Distrito 9 es esa mezcla de denuncia y cine de acción, la mezcla de documental, con lo que implica de “imagen real”, y ficción y, sobre todo, la indeterminación de su argumento, la falta de conclusión, la omisión de toda explicación sobre cómo y por qué y sobre lo que ocurrirá después, sobre intenciones y orígenes. Una película inteligente e inusual.

Fuente: el lamento de portnoy